La fecha exacta de su llegada se desconoce, pero en el año 1643 ya se citaba como imagen que se hallaba en este templo.
En la peana verde sobre la cual descansa la Imagen se puede leer: “TA MARIA DEL SOCORRO HISO LAN(...) EN TF.E An DE 16( en pan de oro) 30(en purpurina)”. Esta fecha no coincide con la fundación de la ermita, y los datos aparecen incompletos como consecuencia de los cortes efectuados en la peana para poder colocarla en las andas.
Según un descubrimiento actual la obra se realizó en 1680, y anterior a esta fecha presidía la ermita otra imagen de similares características. Según la tradición oral, los trozos de madera retirados de la peana estuvieron depositados en la iglesia de San Pedro durante muchos años y Gregorio Fernando, mayordomo de Chinguaro, aseguraba que en éllos estaba el nombre del autor, pero que sólo recordaba su procedencia palmera.
La Imagen mide 80 cm de altura más 6 cm que corresponden a la peana. La cabeza, ovalada y redonda, es pequeña en relación con el resto del cuerpo. Presenta unos grandes ojos semientornados pintados en marrón, nariz recta de punta redondeada y menuda boca que esboza una suave sonrisa, típica de la época.
Los lóbulos de las orejas aparecen agujereados para poder colocarle pendientes. El pelo se encuentra pintado y es corto en la nuca, por lo que es necesario la colocación de peluca.
La falda entallada a la cintura y con desvío en forma de pliegues rectos, está cubierta de flores y letras doradas. Bajo ella asoma tímidamente la punta negra de la zapatilla derecha.
En cuanto a las letras doradas de la falda, d. Manuel González Méndez antiguo párroco de la iglesia de San Pedro, hace la siguiente interpretación:
Se trata de una antífona del “Magnificat” de las primeras vísperas de la Fiesta de la Virgen:
“ Ad Magnif. Ant. Sancta María, sucurre míseris, juoa, pusiltámines, réfove fléxibles, ora pro pópulo, interveni, pro clero, intercede pro devoto femíneo sexu; senticunt omnes tuum jurament, quicumque celebrant tuam sanctam festivitatem”.
La traducción sería: “ Santa María socorre a los miserables, reanima a los débiles, ruega por el pueblo, interviene por el clero, intercede por el devoto sexo femenino, sientan todos tu ayuda, cualesquiera que celebren tu santa festividad”.
En el pecho tiene el versículo 16 del capítulo II del Cantar de los Cantares, “Mi amado es para mí, yo soy para mi amado; él pastorea entre lirios”.
En la parte posterior lleva dos inscripciones: “A DEVOCIÓN DE GREGORIO FDO. DE CHINGUARO” y “RESTAURADA en DICIEMBRE de 1967 E. León”.
En esta restauración y debido al avanzado estado de deterioro, una de las manos fue sustituida por otra y tallada por este artista.
El Niño, de 30 cm de longitud, es de talla completa y fue realizado con gran proporción y belleza, tanto en el tratamiento del cabello como en sus expresivas facciones menudas. Lleva en sus manos un pajarillo, tallado en madera policromada roja y verde.
Tanto la Virgen como el Niño presentan un color de piel moreno pálido.
Durante todo el año la Imagen porta una antigua vela de plata de 54 cm. de longitud, pero durante su festividad se sustituye por una de oro de 58 cm.
En la actualidad la Virgen muestra una corona rematada en un ave, y la del Niño en una cruz. Dos ramas de albahaca, una con flor y otra sin flor propiedad de Manolo Medina y Conchita Delgado, sirvieron de inspiración al orfebre de Córdoba cuando elaboró la corona que se bendijo en la Coronación Canónica de la Virgen del Socorro el 19 de octubre de 2008.
Son varios los mantos que posee la Imagen. El día 7 de Septiembre de 1993 estrenó un manto en azul y oro, valorado en un millón de pesetas, donado por Nicolás Barrera.
Hasta finales del siglo XIX la imagen permaneció en la ermita de El Socorro, pero con motivo de la Guerra Colonial Española (1895-1898) fue trasladada a la iglesia de San Pedro ante el temor de una invasión americana.
Aunque la Virgen fue restaurada en 1967 por Ezequiel de León, ya había sufrido otra restauración en 1945, realizada por el escultor Jesús María Perdigón Salazar, nacido el 17 de Enero de 1888 en la Orotava, e hijo del también escultor e imaginero Nicolás Perdigón Oramas.
La última restauración tuvo lugar en el año 2004 debido al deterioro ocasionado por el paso del tiempo. Los trabajos fueron realizados por la especialista Elisa Campos Domínguez.
JUAN MANUEL PÉREZ GONZÁLEZ
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