Queridos feligreses:
“A LOS ENFERMOS”
Estoy en total acuerdo con vosotros en el hecho de que el sufrimiento y la enfermedad son más pregunta que respuesta. La gran pregunta ante el sufrimiento es siempre “por qué”. La verdad es que nadie tiene respuestas claras; y como no hay respuestas claras y convincentes, al fin terminamos por echarlo todo en la respuesta de Dios.
Nunca he podido entender que Dios tenga que cargarse siempre con lo negativo de nuestras vidas. Si estamos felices... Bueno, eso es cosa nuestra. Si lo estamos pasando mal... Bueno, eso debe ser cosa de Dios que nos quiere probar. Cuando no hay respuestas, todo se lo cargamos a Él.
Eso me parece que es como culpar al sol de las sombras. El sol sólo puede iluminar. El sol solo puede calentar. Si es que hay zonas no iluminadas, la culpa no es del sol, sino de algo que se ha interpuesto entre el sol y nosotros.
Culpar al sol de las sombras es no querer aceptar esos intermediarios que se interponen.
Es culpar al sol de la oscuridad de las nubes.
Es culpar al sol de la sombra que nos brinda el paraguas.
Es culpar al sol de la sombra que nos regalan las ramas de los árboles.
Yo me imagino que con Dios sucede algo parecido. Dios siempre es vida,
siempre es salud, siempre es claridad, y siempre es amor.
Si nosotros sufrimos, no le culpemos a quien es salud.
Si nosotros estamos en la oscuridad, no culpemos al que es plenitud de luz.
Si nosotros sentimos que algo nos fastidia, no culpemos al que es todo amor.
Aprendamos a ver las nubes que oscurecen al sol, pero no culpemos al sol.
Aprendamos a ver las ramas que nos hacen sombra, pero no culpemos al sol.
Aprendamos a ver el paraguas que nos hace sombra. pero no culpemos al sol.
Aprendamos a ver la enfermedad que nos lastima, pero no culpemos a Dios.
Dios es amor y no castigo. Dios es luz y no oscuridad.
Dios salud y no enfermedad.
Bueno, yo quisiera ser luz para vosotros y no sombra.
Un abrazo para todos vosotros.
Vuestro Párroco
Pedro José Pérez Rodríguez
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