Queridos feligreses:
Se acerca las fiestas grandes de nuestra Parroquia de San Pedro Apóstol, en nuestra iglesia diocesana, en el presente curso, está orientado a fortalecer nuestra identidad de discípulos de Jesucristo. Ser cristiano es ser discípulo, que consiste -sobre todo- en pensar, sentir y vivir como Cristo.
Para ello te invito a contemplar al Apóstol San Pedro, un hombre animado por un sincero interés religioso, por un deseo de Dios- anhelaba que Dios interviniera en el mundo un deseo que lo impulsó a dirigirse, hasta Judea, para seguir la predicación de Juan el Bautista.
Era un judío creyente y observante, que confiaba en la presencia activa de Dios en la historia de su pueblo, y le entristecía no ver su acción poderosa en las vicisitudes de las que era testigo en ese momento.
El punto de partida es la llamada que le hace Jesús. Jesús, lo invita a fiarse de él. Invitándolo a la confianza y a abrirse a un proyecto que supera todas sus perspectivas.
Acepta esa llamada sorprendente a dejarse implicar en esta gran aventura.
Es generoso, reconoce sus limitaciones, pero cree en el que lo llama y sigue el sueño de su corazón. Dice sí, un sí valiente y generoso, y se convierte en discípulo de Jesús.
Pero no había entendido el contenido profundo de la misión mesiánica de Jesús. Lo demuestra poco después, el Mesías que buscaba en sus sueños es muy diferente del verdadero proyecto de Dios.
Ante el anuncio de la pasión se escandaliza y protesta, provocando la dura reacción de Jesús.
Pedro aprende lo que significa en realidad seguir a Jesús. Es la ley exigente del seguimiento: hay que saber renunciar, si es necesario, al mundo entero para salvar los verdaderos valores, para salvar el alma, para salvar la presencia de Dios en el mundo. Aunque le cuenta, Pedro acoge la invitación y prosigue el camino tras las huellas del Maestro.
También nosotros tenemos deseo de Dios, con fuerza en el mundo y transforme inmediatamente el mundo según nuestras ideas, según las necesidades que vemos nosotros. Dios elige otro camino. El de la transformación de los corazones con el sufrimiento y la humildad, y nosotros, como pedro, debemos convertirnos siempre de nuevo. Debemos seguir a Jesús y no ponernos por delante. Es el Señor
quien me dice a mí, quien te dice a ti: sígueme. Y debemos tener la valentía y la humildad de seguir a Jesús, porque él es el camino, la verdad y la vida.
Vuestro Párroco-Pedro José Pérez Rodríguez
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