miércoles, 15 de marzo de 2017

Palabras del Párroco y Diácono para esta Cuaresma

Hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor -que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador― nos muestra el camino a seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados.

Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro en la única familia humana.


 Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua”.

TE PROPONGO:

Se trata de que hagas oración cada día.

Todos los días puedes empezar el rato de oración con la "oración inicial para cada día"; después, leyendo con atención el "texto de cada día", charlas con Dios y con María; por último, terminar rezando la "oración final".

Dos ideas previas:

1. PROHIBIDO CORRER: Es corto; no tengas prisa en acabar. No es leer y ya está.

2. LO QUE NO ESTÁ ESCRITO: ¿Sabes qué es lo mejor de este texto? Lo que no está escrito y tú le digas; la conversación que tú, personalmente, tengas con Él.

ORACIÓN INICIAL PARA CADA DÍA

Señor mío, Jesucristo, creo firmemente que estás aquí; en estos pocos minutos de oración que empiezo ahora quiero pedirte y agradecerte.

PEDIRTE la gracia de darme más cuenta de que Tú vives, me escuchas y me amas; tanto, que has querido morir libremente por mí en la cruz y renovar cada día en la Misa ese sacrificio.

Y AGRADECERTE con obras lo mucho que me amas: ¡ Tuyo soy, para ti nací ! ¿qué quieres, Señor, de mí?

ORACIÓN FINAL

No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte clavado en la Cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera; pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.

Cosme Piñero Cubas, José Francisco Santana
Jiménez y Pedro José Pérez Rodríguez

Vuestro diácono y párrocos


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