miércoles, 9 de diciembre de 2015

ALLANAD…


Mi querida y amada familia en el Señor que viene:

Pisamos con delicadeza este segundo domingo de Adviento para dejarnos encender por el Espíritu que inflama el corazón de Juan el Bautista, y emprender -con él- el camino indiscutible de la CONVERSIÓN… 
Desde la eternidad Dios ha querido que nuestras vidas se vistieran del esplendor de la gloria que viene de Él… Pero lo cierto es que, por seguir inquietudes tercas (tozudas), nuestros corazones han dado “cabida” y “voz permanente” al ropaje del “duelo” y de la “aflicción”, esto es, han dejado que permaneciera en el tiempo -gobernando el alma- aquellas actitudes que “aparentemente” daban “claridad y alegría” y se han visto enredadas en los ingratos frutos de las mismas… Y, por consiguiente, estas situaciones les han llevado a los extremos de vivir en perdurable duelo y dolor… 

Ante esta incierta e inquietante realidad, de ver “supuestamente” todo de color oscuro, uno se pregunta: ¿no hay nada que me pueda sacar de ahí? …Y la respuesta nos la da la VOZ DE DIOS… Empieza a remover tus entrañas y descubre que la experiencia con el Dios que muestra Cristo nos ha hecho palpar, en muchas ocasiones, el “consuelo” en aquellos momentos tristes y desoladores (El profeta Baruc nos lo muestra, haciéndonos mirar el recorrido del Pueblo de Israel) …Por tanto, ¿qué debo hacer? ¿Qué pasos tengo que dar para rozarme con esta dicha del Señor? ¿Cómo puedo contemplar la grandeza de Dios en mi y en los que me rodean?… Pues, la dinámica que nos propone el Señor es muy sencilla:

-- Dejar que sea Dios quien ALLANE aquellos senderos por donde ando, y REBAJAR los “montes” altos en donde estoy subido…

Ese es el grito que la Voz de Dios quiere hacer resonar en nosotros, en este segundo eslabón del Adviento… SÍ. ¡ALLANAD LOS SENDEROS! … con el fin de que el Señor pueda transitar por ellos y rozarme, grandiosa y alegremente, con ese pórtico de la Gloria divina… 

Pero… ¿Qué senderos he de allanar?... ¿Qué valles han de ser elevados en mi vida?... ¿Qué montes y colinas tienen que descender?... ¿Qué torceduras existen en mí y que han de ser enderezadas?... ¿Qué parte escabrosa (abrupta, quebrada, salvaje) hay que igualar (equiparar, emparejar)?... Es tiempo de REVISAR Y REMIRAR NUESTROS PILARES VITALES y DESCUBRIR ESE NECESARIO TRABAJO PARA ACERCARNOS MÁS AL SEÑOR QUE VIENE …Cuando, poco a poco, todos estos elementos, que hay en mí, se vean corregidos, el Señor pasará claramente y me hará contemplar la salvación de Dios… Me hará comprender ¡cuán grande! es su empeño por querer consumar la obra buena que ha comenzado en ti y en mí, en todos, porque DIOS QUIERE VENIR A ESTAR CON NOSOTROS… ÉL ARDE EN DESEO DE ENCONTRARSE AUTÉNTICAMENTE CON NUESTRAS VIDAS … Sin máscaras (tapujos, caretas… VALLES), sin barreras (muros… COLINAS), sin disculpas (justificaciones, alegatos… TORCIDOS ARGUMENTOS)… De ahí que me deba esforzar por apartar esos “abruptos muros”, que pueden hacerme permanecer en la oscuridad y adentrarme en la degustación de la verdadera vida que Él me ofrece…

¡Qué no decaiga el ánimo, pues! …Que, en estos días, llevemos al remojo divino todas nuestras necesidades y proyectos, para que en todos vaya creciendo el amor y, por ende, vaya aumentando el conocimiento perfecto de lo que somos y hagamos vida la gloria y alabanza de Dios. 

¡¡¡ADELANTE!!!… A ALLANAR LAS SENDAS DE TU VIVIR PARA QUE EL SEÑOR PASE Y TE REVISTA DE SU ESPLENDOR. 

J.J.

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