Queridos feligreses:
¡Catequistas! ¡Te necesitamos!
¿Qué pasaría si aparecieran en los diarios un aviso así? Tal vez nos trataran de locos.
No hay nada más evangelizador que una experiencia vital y más si uno la comparte con otros. Miremos la experiencia de dar vida a un hijo, una de las experiencia más maravillosas del hombre, no por ello privada de dolores que se mezclan con gozo y alegría. Podemos pensarnos como catequistas compañeros de la Vida que crece a nuestro alrededor y de esta analogía desprender una lista de actitudes para encarnar y así crece como discípulos misioneros Suscitar la vida.
- Ser una comunidad que engendra la vida, y que se propone estar
presente en los lugares donde la vida es indigna o está amenazada. Así como catequistas estamos llamados a leer los signos de vida en lo cotidiano y descubrir por dónde anda caminando hoy el Señor de la Vida, para acompasar nuestros pasos con los de Él.
presente en los lugares donde la vida es indigna o está amenazada. Así como catequistas estamos llamados a leer los signos de vida en lo cotidiano y descubrir por dónde anda caminando hoy el Señor de la Vida, para acompasar nuestros pasos con los de Él.
- Ser un catequista, que acompaña la vida que crece se asume discípulo de Jesús y se esfuerza por tener sus mismos sentimientos: compasión, amor por el otro, entrega sin límites, gestos sanantes. Solo así será testigo de esperanza y de la entrañable misericordia del Padre por cada uno de nosotros.
- Como catequistas somos enviados. Misión que nace en la intimidad con el Señor de la Vida. Es él quien nos lanza a comunicar la Buena Noticia por todos los medios a nuestro alcance.
- La tarea no termina con engendrar una vida nueva sino que recién empieza y se continúa en el acompañamiento respetuoso del terreno sagrado del otro para que crezca hacia el horizonte de la adultez. Lo mismo pasa con los catequistas en nuestras comunidades. Estamos llamados a caminar al lado contemplando con asombro siempre nuevo la vida que el Señor comunica a nuestro alrededor. Estamos convocados para acompasar nuestro andar con el del otro
- La comunión es la clave de estas comunidades que custodian y valoran la Vida. Esta tarea artesanal de tejido de la comunión en lo cotidiano supone relaciones igualitarias donde no quede nadie excluido y pongamos nuestros talentos en la mesa común favoreciendo los vínculos fraternos.
- La comunión es el desafío actual y se construye entre todos, poniendo en común los carismas personales para el bien de todos.
- Respetar el “terreno” del otro descalzándonos al entrar en él porque como catequistas debemos contemplar las maravillas que el Señor obra en nuestros hermanos. Así el acento de nuestra tarea cambia: no somos maestros de respuestas seguras sino compañeros en la búsqueda de las preguntas vitales que el Señor sigue repitiéndonos hoy…«¿y ustedes quien dicen que soy yo» Acompañar es también formar cristianos que impactarán por su manera de vivir y que estarán dispuestos a tejer aquí y allá manojos de Evangelio.
Vuestro Párroco-Pedro José Pérez Rodríguez
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