Mis queridos hermanos en Cristo:
En los próximos días celebramos las Fiestas Patronales de San Pedro Apóstol, en nuestra querida ciudad de Güímar.
A lo largo de este año pastoral han sido muchos los acontecimientos civiles, culturales y religiosos. No podemos olvidar que La Iglesia Católica en Güímar es uno de los pilares fundamentales de nuestro municipio.
Hemos tenido la I Peregrinación Lustral de Ntra. Sra. de El Socorro. Un gran número de niños, jóvenes y padres en las catequesis parroquiales. La preparación y celebraciones de Navidad. Las fiestas de cada una de las imágenes y de los patronos de los distintos Barrios y Parroquias. Hace unos meses La Cuaresma, la exposición catequética y la celebración de La Semana Santa, tan importante en nuestro municipio. el asumir desde octubre la Parroquia de Santiago Apóstol, como administrador parroquial. La ordenación sacerdotal de Flavio y sus primeras misas. La colaboración, durante todo el curso del Padre Rodolfo. Las primeras comuniones y confirmaciones. Los niños, jóvenes y adultos que ha recibido los distintos Sacramentos, de La Eucaristía, la penitencia o El Matrimonio. En definitiva, un año marcado por La Palabra de Dios, en el que hemos intentado, entre todos, conocer, amar y seguir un poco más al Maestro, Jesús de Nazaret.
Las Fiestas de San Pedro Apóstol, nos han de ayudar a dirigir nuestra mirada a Jesucristo, resucitado
de entre los muertos. Aquel Pedro, un pescador de Galilea, que un día Jesús lo encuentra y lo invita a ser pescador de hombres, seguro que con miedos, dudas, sintiéndose incapaz, indigno, con sus pretensiones, esperanzas y anhelos, Dios fue haciendo maravillas en él. Le costó, e incluso le negó, le abandono, no lo reconoció, pero Dios le dio la gracia del Espíritu Santo. Transformado desde dentro supo anunciarlo, dar testimonio, incluso, pasando calamidades, estando en la cárcel, azotado, amenazado y tantos otros tormentos. Pero quien ha tenido la experiencia del resucitado no se queda callado y de inmediato, se pone manos a la obra en la tarea del anuncio del Evangelio, no con tristeza, sino con alegría. La alegría del encuentro con Jesucristo, que nos da tanto miedo asumir, es contagiosa y grita el anuncio, y ahí crece la Iglesia.
Es la alegría fundante. Sin este gozo, sin esta alegría, no se puede fundar una iglesia, una comunidad cristiana. Es una alegría apostólica, que irradia, que se expande. Me pregunto: Como Pedro, ¿soy capaz de sentarme junto al hermano y explicar despacio el don de la Palabra que he recibido? ¡Es contagiarle mi alegría! ¿Soy capaz de convocar a mí alrededor el entusiasmo de quienes descubren en nosotros el milagro de una vida nueva, que no se puede controlar, a la cual debemos docilidad porque nos atrae, nos lleva; esa vida nueva nacida del encuentro con Cristo?
¡Felices Fiestas!
Pedro José Pérez Rodríguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario