Una historia de Etiopía nos presenta a un
anciano que, en su lecho de muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo:
No puedo dividir en tres partes lo que poseo.
Os tocaría muy poco. He decidido dar todo lo que tengo, como herencia,
al que se muestre más
astuto
y sagaz. Dicho de otra forma, a mi mejor hijo. Encima de la mesa hay una
moneda para cada uno. Tomadla. El que compre con esa moneda algo que
pueda llenar toda la casa se quedará con todo.

Se fueron.
El primer hijo compró paja, pero sólo consiguió
llenar la casa hasta la mitad.
El segundo compró sacos de plumas y tampoco la
llenó.
El tercero -que consiguió la herencia- sólo
compró un pequeño objeto. Una vela.
Éste esperó hasta la noche, encendió la vela y
llenó la casa de luz.
La Navidad es la historia de un viaje de ida y
vuelta.
Dios vino en pobreza y en debilidad y los suyos
no lo reconocieron ni lo recibieron.
Este viaje es una epifanía, una manifestación
de Dios.
La vida del creyente es también la historia de
un viaje, un viaje al
encuentro
con Dios. Si Dios viene a mi encuentro, yo también tengo que salir a su
encuentro.

Navidad es la cita del amor. En el amor
verdadero siempre hay dos corazones latiendo al mismo ritmo.
Navidad es la cita del amor de Dios con cada
uno de sus hijos.
Navidad es el viaje de Dios que sale a nuestro
encuentro.
De pequeños todos hemos jugado a lanzar piedras
en algún río, estanque..
¿Quién lanzaba la piedra más lejos? ¿Quién
hacía más ondas?
Jesús fue, por así decir, como una piedra
lanzada en Oriente.
La primera onda alcanzó a los judíos.
La segunda onda alcanzó a los gentiles.
La tercera, la cuarta…. Hasta llegar a
nosotros.
Ondas de amor y de luz emanan de la piedra que
es Cristo y llegan hasta nuestra orilla.
El evangelio que hemos proclamado hoy, debería
ser nuestra historia personal.
No basta que digas qué suerte tuvieron los tres
Magos de Oriente.
No, tienes que dejarte tocar por el evangelio.
Mi vida es una pregunta: ¿Dónde está el Rey de
los judíos que ha nacido para ir a adorarlo?
Mi vida es esta búsqueda y este viaje hacia
Dios.
Búsqueda a pesar de las dificultades del
camino, a pesar de que la estrella se esconda, a pesar de que la vida no
me sonríe, a pesar de las traiciones y los escándalos…
Los Magos tuvieron que hacer un largo viaje, la
cita era en Belén, con
el
rey, el pastor de Israel, con un niño recién nacido.

Los Magos que no tenían ni los profetas, ni las
promesas, ni las tradiciones, ni la esperanza de un Mesías… se pusieron
a viajar en busca de Dios.
Los Magos, unos extranjeros, vinieron a enseñar
a los judíos, los herederos, que el Salvador ya había viajado hasta
nosotros.
Los judíos, los sacerdotes, los escribas,
Herodes… siguieron estudiando la Biblia, pero no se pusieron en camino.
Nunca hicieron el viaje al lugar de la cita, a Belén, a la cita con
Jesús.
Los profesionales y los funcionarios de la
religión no encontraron al Dios de la vida.
Su libro santo no les sirvió de nada. Porque
Jesús no es un libro sino el Salvador.
Más tarde los funcionarios de la religión
rechazaron y mataron a Jesús y a sus seguidores.
Hermanos, hay que viajar al lugar de la cita
del amor y con el amor.
Hay que viajar y preguntar el camino como los
Magos y no descansar hasta encontrar al rey.
Hay que viajar, sin regresar a los Herodes que
quieren matar el amor que llevamos todos dentro.
Hay que viajar, ahora que es Navidad, ahora que
hay una oferta, ahora que vemos la estrella.
Hay que viajar sin maletas, sin regalos, con el
corazón abierto para adorar a Dios.
"Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo".
Cada domingo tenemos una cita con el amor. Un
cortísimo viaje nos separa de la casa donde nace el amor.
¿Dónde encajamos nosotros en esta fiesta de la
Epifanía?
Aquí venimos a tener una visión nueva, una
epifanía.
Nuestra fe no es una propiedad privada y
vallada. Somos parte de una
comunidad,
la iglesia y viajamos en caravana. Nadie viaja solo. Nadie se salva
solo.

Todos necesitamos una estrella que nos guíe: un
consejo, una palabra de ánimo de los hermanos, escrutar las escrituras,
preguntar…
Todos estamos en diferentes etapas del viaje:
los viejos buscadores y los novatos, los que dudan, los que pecan, los
que tienen un problema como Herodes, los que saben todo como los
escribas, los que caminan rápido y los que caminan lentamente…
Lo importante es alcanzar la meta y contemplar
el rostro del Mesías.
Epifanía, fiesta de la esperanza, fiesta de la
luz para todos.
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