Queridos feligreses:
Decir "nosotros" sin mentir
Un filósofo del siglo XX, célebre por su despiadado cinismo, escribió que quien dice "nosotros", miente. Seguramente exageraba. Pero apuntaba a un peligro real: el de abusar del pronombre de primera persona en plural, cuando faltan las condiciones para que su utilización se corresponda con la realidad. Tal peligro acecha constantemente a nuestras celebraciones de la Eucaristía.
La celebración de la Eucaristía es una forma eminente de oración comunitaria. En ella, convocada por el Señor, una fraternidad cristiana se reúne en torno a su mesa para la acción de gracias al Padre común. Las oraciones aluden, además, con insistencia a la acción del Espíritu que hace unánimes a los que oran dejándose inspirar por él. Pero basta una mirada a nuestras asambleas para medir la distancia entre la realidad de unas personas dispersas por las naves del templo, que con frecuencia se desconocen y se ignoran y que casi siempre "producen" más una suma de oraciones privadas que una oración hecha en común, expresable en un "nosotros" verdadero.
Ya sé que, seguramente, si sólo pudiese celebrarse por personas que constituyen una comunidad verdadera, la Eucaristía sólo muy raramente podría tener lugar, y que la Eucaristía es un medio -el medio por excelencia- para la construcción de la comunidad cristiana. Pero, precisamente por eso, convendría que no nos resignásemos a esa distancia insalvable entre las palabras y nuestra realidad, que nos convierte en malos actores de una farsa.
Para evitar esa situación, la comunidad cristiana que se congrega habitualmente para la celebración de la Eucaristía debería proponerse como uno de sus objetivos prioritarios la creación de la fraternidad. Una celebración se prepara, mucho antes de su reunión en el templo, con el conocimiento de sus miembros, el trato fraterno y, sobre todo, con la comunicación de bienes y el amor y el servicio mutuos. ¿Sería exagerado decir que, para que haya verdadera Eucaristía, más necesario que el templo, los textos, los ritos y las mismas especies sacramentales es que entre los que la celebran nadie se sienta separado de otro hermano (Mt 5,23-25), nadie pase hambre mientras otros están hartos (1 Co 11,20-23), y que en una comunidad en la que hay pobres, estos ocupen el primer lugar (St 2,2-8)? Basta añadir la convicción de que en cada asamblea litúrgica se hace de algún modo presente la Iglesia entera para percibir las consecuencias revolucionarias a escala mundial que tiene orar en común, decir "nosotros" cuando oramos, procurando decirlo con verdad.
Comienzan muchos las vacaciones, les deseamos que descansen, que se lo pasen bien, después de un merecido año de trabajo, pero no le den vacaciones a Dios, Él siempre es fiel y estará.
Desde la segunda quincena de julio, hasta agosto, la hoja parroquial, será quincenal. Desde del 15 de julio, al 12 de agosto estaré en la Palma con mis padres. Me sustituirá D. Airán Expósito Hernández, que desde ya le doy las gracias.
Vuestro Párroco
Pedro José Pérez Rodríguez
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