jueves, 21 de junio de 2012

Desde lo escondido




Los seres humanos, tenemos por naturaleza un afán por no pasar desapercibido, por que se note nuestra presencia y nuestras acciones. Y ya que estamos, que los feliciten y nos digan lo bien que hacemos las cosas. A primera visto, esto es muy buen, eleva nuestra autoestima y nos recuerda siempre, que estamos llamados a hacer cosas importantes y grandes.
El problema o lo negativo viene, cuando lo hacemos sólo para ser vistos, y en detrimento de otros. Nuestras acciones deben llevarnos a crecer y a madurar, pero no madura ni crece quien, sólo hace las cosas para ser visto por los demás. Hay que partir siempre del crecimiento interior, del encuentro con uno mismo y con Aquel que nos anima y ayuda a luchar y seguir adelante.
El Evangelio de hoy, nos invita a partir desde lo oculto, lo escondido, desde lo profundo de nuestro corazón, donde solo estamos nosotros y el Padre. Partir desde un encuentro profundo con Él, hace que nos encontramos también con nosotros mismos, y que, seamos capaces, de encontrarnos con los demás hermanos.
Hay que actuar, no para ser vistos, sino para ser nosotros mismos. Para hacer en cada momento, lo que tenemos que hacer.

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