Es
la definición que mejor cuadra a Juan de Ávila: predicador. Éste es
precisamente el epitafio que aparece en su sepulcro: “mesor eram”. El
centro de su mensaje era Cristo crucificado, siendo fiel discípulo de
san Pablo. Predicaba tanto en las iglesias como incluso en las calles.
Sus palabras iban directamente a provocar la conversión, la limpieza de
corazón. El contenido de su predicación era siempre profundo, con una
teología muy escriturística. Pero ésta estaba sobre todo precedida de
una intensa oración. Cuando le preguntaban qué había que hacer para
predicar bien, respondía: ‘amar mucho a Dios’.
A continuación le sofrecemos un breve vídeo de su vida
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