Por: María Teresa González Maciel | Fuente: Catholic.net
Dentro de las necesidades más importantes de toda persona está la de tener una buena madre. Una madre llena de amor que defienda no solo la vida desde el vientre, sino que esté dispuesta a recorrer distancias en condiciones adversas, hostiles, para proteger. Mt 2; 14, (Huida a Egipto).
Que se centra en educar al hijo con toda finura, a nivel humano y espiritual.
Que respeta y acepta la vocación del hijo, aunque esto le provoque angustia. Lc 2; 48 y 49 (Jesús ante los Doctores).
Que respeta y acepta la vocación del hijo, aunque esto le provoque angustia. Lc 2; 48 y 49 (Jesús ante los Doctores).
Con gran empatía. En toda oportunidad está pendiente de las delicadezas que se necesitan en su entorno. Juan 2; 3 (bodas de Caná).
Mujer que se sabe amada, respetada, escuchada, atendida por Dios “Haced lo que él os diga Mt 2; 5 (Bodas de Caná).
Llena de Sabiduría y, conocedora de las Escrituras. Reflexiona y relaciona los acontecimientos de la vida diaria, a la luz de la fe de sus padres. Lc 2; 19 “María por su parte guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón”.
Alegre. Llena del gozo que produce la presencia y acción cotidiana de Dios en su vida. Lc 1; 47 “Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador. (Cántico de María).
Agradece y alaba Lc 1; 46 “Mi alma glorifica la grandeza del Señor … Santo es su nombre!
Exhorta a recibir los grandes regalos de Dios. Lc 1; 50 “Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación, para todos los que lo aceptan”.
Exhorta a recibir los grandes regalos de Dios. Lc 1; 50 “Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación, para todos los que lo aceptan”.
Fiel y solidaria hasta la muerte Juan 19; 25 “Junto a la cruz de Jesús estaba su madre”.
Humilde y sencilla reconoce y agradece los regalos de Dios en su vida Lc 1; 48 y 53 “Porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava”.
Humilde y sencilla reconoce y agradece los regalos de Dios en su vida Lc 1; 48 y 53 “Porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava”.
Es esclava y Maestra de Dios. Portadora de la Palabra y Señora del Silencio. Portadora de la Luz, cuya figura aparece como sombra. Dios la enaltece Lc 1 48 “Desde ahora todas las generaciones me llamarán Bienaventurada”).
Acepta ser Madre de todos. Antes de morir Jesús, deja en la figura del discípulo amado a su Madre. Para toda la persona que quiera aceptarla, sin hacer excepción.
Si una persona ama verdaderamente a Jesús ¿por qué rechaza, ignora o no acoge con la mayor calidez y amor a su Madre? Dándole un lugar especial en su corazón. Y permitiendo que actúe y modele la propia vida como lo hizo con su hijo Jesús.
Si anhelas esta Madre agudiza tu oído y escucha la voz más dulce y tierna de quien te recuerda y no se cansa de susurrarte con amor, “¿No estoy aquí yo, que soy tu Madre?”.
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