Del santo Evangelio según san Marcos 6, 53-56
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron. Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida, recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.
Oración introductoria
Señor Jesús, que me amas tanto. Tú, misericordioso, que has derramado tu sangre para salvarnos del pecado y de la muerte. Derrama con abundancia tu gracia redentora sobre todos los hombres, especialmente sobre los más alejados de Ti por el pecado. Te ofrezco esta meditación por todos mis seres queridos. Abre nuestros corazones para acoger tu gracia con fervor y constancia, para cumplir tu voluntad en nuestra vida y alcanzar la salvación.
Petición
Señor, dispón nuestros corazones a la acción constante de tu gracia salvadora.
Meditación del Papa Francisco
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron. Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida, recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.
Oración introductoria
Señor Jesús, que me amas tanto. Tú, misericordioso, que has derramado tu sangre para salvarnos del pecado y de la muerte. Derrama con abundancia tu gracia redentora sobre todos los hombres, especialmente sobre los más alejados de Ti por el pecado. Te ofrezco esta meditación por todos mis seres queridos. Abre nuestros corazones para acoger tu gracia con fervor y constancia, para cumplir tu voluntad en nuestra vida y alcanzar la salvación.
Petición
Señor, dispón nuestros corazones a la acción constante de tu gracia salvadora.
Meditación del Papa Francisco
El mensaje es claro, y se puede resumir en una pregunta, una pregunta para hacernos: ¿creemos que Jesús nos puede sanar y nos puede despertar de la muerte? Todo el Evangelio está escrito a la luz de esta fe: Jesús ha resucitado, ha vencido a la muerte y por su victoria también nosotros resucitaremos. Esta fe, que para los primeros cristianos era segura, puede nublarse y hacerse incierta, hasta el punto que algunos confunden resurrección con reencarnación. La Palabra de Dios de este domingo nos invita a vivir en la certeza de la resurrección: Jesús es el Señor, tiene poder sobre el mal y sobre la muerte, y quiere llevarnos a la casa del Padre, donde reina la vida. Y allí nos encontraremos todos, todos los que estamos aquí en la plaza hoy, nos encontraremos en la Casa del Padre, en la vida que Jesús nos dará.
La Resurrección de Cristo actúa en la historia como principio de renovación y de esperanza. Quien está desesperado y cansado hasta la muerte, si se encomienda a Jesús y a su amor puede recomenzar a vivir. La fe es una fuerza de vida, da plenitud a nuestra humanidad; y quien cree en Cristo se debe reconocer porque promueve la vida en cada situación, para hacer experimentar a todos, especialmente a los más débiles, el amor de Dios que libera y salva. (S.S. Francisco, 28 de junio de 2015).
Reflexión
La Voluntad de Dios es que todos los hombres se salven mediante la gracia redentora de Cristo. Nuestra entrega a la Misión tiene que ser un secundar esta gracia en nuestra vida y en la vida de los que nos rodean. Cristo nos llama a ser instrumentos de su gracia, corredentores con Él, apóstoles de su amor y misericordia. Que nuestra vida cotidiana esté siempre envuelta en ese ambiente redentor en el que Cristo está siempre al centro y que todas nuestras acciones tengan el dulce olor de Cristo salvador.
Propósito
En todas mis actividades tendré presente el fin último de mi vida que es llegar a Dios.
Diálogo con Cristo
¡Jesús, qué alegría saberme salvado por tu gracia! Gracias por concederme sentirme renovado y fortificado con tu gracia santificante. Concédeme acercarme siempre a Ti con la fe y la sencillez del niño que todo lo espera de su padre. Que mi amor a tu amistad vaya siempre en aumento y el deseo de poseerte eternamente sea mi única ilusión.
"Dios no se deja condicionar por nuestros prejuicios humanos, sino que ve en cada uno un alma que es preciso salvar, y le atraen especialmente aquellas almas a las que se considera perdidas y que así lo piensan ellas mismas."
(Benedicto XVI, Ángelus, 31 de octubre de 2010)
La Voluntad de Dios es que todos los hombres se salven mediante la gracia redentora de Cristo. Nuestra entrega a la Misión tiene que ser un secundar esta gracia en nuestra vida y en la vida de los que nos rodean. Cristo nos llama a ser instrumentos de su gracia, corredentores con Él, apóstoles de su amor y misericordia. Que nuestra vida cotidiana esté siempre envuelta en ese ambiente redentor en el que Cristo está siempre al centro y que todas nuestras acciones tengan el dulce olor de Cristo salvador.
Propósito
En todas mis actividades tendré presente el fin último de mi vida que es llegar a Dios.
Diálogo con Cristo
¡Jesús, qué alegría saberme salvado por tu gracia! Gracias por concederme sentirme renovado y fortificado con tu gracia santificante. Concédeme acercarme siempre a Ti con la fe y la sencillez del niño que todo lo espera de su padre. Que mi amor a tu amistad vaya siempre en aumento y el deseo de poseerte eternamente sea mi única ilusión.
"Dios no se deja condicionar por nuestros prejuicios humanos, sino que ve en cada uno un alma que es preciso salvar, y le atraen especialmente aquellas almas a las que se considera perdidas y que así lo piensan ellas mismas."
(Benedicto XVI, Ángelus, 31 de octubre de 2010)
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