Para contagiar a todos su experiencia
de ese Dios Bueno, Jesús compara su actuación a la conducta sorprendente del
señor de una viña. Hasta cinco veces sale él mismo en persona a contratar
jornaleros para su viña. No parece preocuparle mucho su rendimiento en el
trabajo. Lo que quiere es que ningún jornalero se quede un día más sin trabajo.
Por eso mismo, al final de la jornada,
no les paga ajustándose al trabajo realizado por cada grupo. Aunque su trabajo
ha sido muy desigual, a todos les da “un denario”: sencillamente, lo que
necesitaba cada día una familia campesina de Galilea para poder vivir.
Cuando el portavoz del primer grupo
protesta porque ha tratado a los últimos igual que a ellos, que han trabajado
más que nadie, el señor de la viña le responde con estas palabras admirables: “¿Vas
a tener envidia porque yo soy bueno?”. ¿Me vas a impedir con tus cálculos
mezquinos ser bueno con quienes necesitan su pan para cenar?
¿Qué está sugiriendo Jesús? ¿Es que
Dios no actúa con los criterios de justicia e igualdad que nosotros manejamos?
¿Será verdad que Dios, más que estar midiendo los méritos de las personas como
lo haríamos nosotros, busca siempre responder desde su Bondad insondable a
nuestra necesidad radical de salvación?
Confieso que siento una pena inmensa
cuando me encuentro con personas buenas que se imaginan a Dios dedicado a
anotar cuidadosamente los pecados y los méritos de los humanos, para retribuir
un día exactamente a cada uno según su merecido. ¿Es posible imaginar un ser
más inhumano que alguien entregado a esto desde toda la eternidad?
Creer en un Dios, Amigo incondicional,
puede ser la experiencia más liberadora que se pueda imaginar, la fuerza más
vigorosa para vivir y para morir. Por el contrario, vivir ante un Dios
justiciero y amenazador puede convertirse en la neurosis más peligrosa y
destructora de la persona.
Hemos de aprender a no confundir a Dios
con nuestros esquemas estrechos y mezquinos. No hemos de desvirtuar su Bondad
insondable mezclando los rasgos auténticos que provienen de Jesús con trazos de
un Dios justiciero tomados del Antiguo Testamento. Ante el Dios Bueno revelado
en Jesús, lo único que cabe es la confianza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario