jueves, 20 de junio de 2013

Palabras del Párroco

Queridos feligreses:

El Divino Constructor

Sabemos bien que Jesús, en su paso por este mundo, nos dejó los fundamentos de la Iglesia. Por ejemplo cuando en aquella noche de Jueves Santo nos legó dos Sacramentos: la maravilla de Su Presencia real y viva en la Eucaristía, y el Sacramento del Orden Sacerdotal.
Sin embargo, Jesús mismo anunció entonces que era necesario que El partiera, para que viniera Quien iba a continuar e impulsar la construcción de la Iglesia. Fue así que en Pentecostés el Espíritu Santo descendió y dio fortaleza, dirección y consuelo a los que fueron padres de la Iglesia primitiva. De un puñado de mujeres y hombres, surgió así el cristianismo como el gran fenómeno que conmovió y transformó la historia de la humanidad. Por eso, y si bien muchas cosas se han dicho del Espíritu Santo, hoy los invito a que lo admiremos y adoremos como El Divino Constructor.
Jesús nos dejó los Evangelios como sostén de nuestra fe, Su Palabra, la Revelación Pública que nos dice todo lo que necesitamos. Pero fue la acción del Espíritu Santo la que fue guiando poco a poco, a través de los impredecibles caminos de la historia, a aquellos que valientemente dieron sus vidas en nombre de Jesucristo, el Salvador. ¿Cómo es que supieron ellos lo que debían hacer? ¿De dónde sacaron la fortaleza necesaria?
Sin dudas que es el Espíritu Santo el Divino Constructor de la Iglesia, paso a paso, logro tras logro. Y ha sido una construcción contrastada por la acción destructora de quienes desde dentro y desde fuera, inspirados por otro espíritu no particularmente santo, trataron de demoler lo construido.

Vuestro Párroco
Pedro José Pérez Rodríguez



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