jueves, 6 de junio de 2013

Palabras del Párroco

Queridos feligreses:

“Ternura del Sagrado Corazón con los hombres”

I. Jesús es nuestro amigo
Del amor a Dios procede necesariamente el amor a los hombres que son hijos suyos. Jesús tiene para nosotros Corazón de amigo; así quiere Él mismo llamarse, y con razón, pues tiene de amigo el afecto, la fidelidad y el incesante desvelo. ¡Oh, palabra dulce! ¡Oh título amable! ¿Qué cosa hay incomparable con este amigo fiel? ni ¿qué es todo el oro y plata su comparación? (Eccl. 6).

II. Es nuestro hermano
El Corazón de Jesús es el Corazón de un hermano. Al título de amigo junta el Salvador otro todavía más tierno; el título de hermano. ¿Qué cosa hay más dulce que el amor fraternal? ¿Que cosa más íntima que los lazos que unen entre sí a los hermanos? "Id a mis hermanos, dijo Jesús a la Magdalena, y decidles de mi parte: suba a mi Padre y vuestro Padre" (Jo.20). Por otra parte este título no es en los labios de Jesús un nombre vano; puesto que en esta cualidad quiere que participemos de sus bienes haciéndonos coherederos de Él. Cohœeredes Christi (Rom. 8).

III. Es nuestro Padre
El Corazón de Jesús es para nosotros un Corazón de Padre. Los vínculos que unen al Padre con los hijos son más íntimos aún que los que unen entre sí a los hermanos. Pues bien: Jesucristo ha querido tomar el nombre de Padre de sus escogidos, y amarles con una ternura paternal.

IV. Es nuestro esposo
El Corazón de Jesús es para nosotros Corazón de esposo. Sobre la unión de los hermanos entre sí, y la de un padre con sus hijos, hay otra todavía de mayor excelencia y que identifica más: esta unión es la de los esposos. ¿Quién es capaz de comprender, y menos aún de explicar lo que encierra la mística alianza de la criatura con el Creador? ¿Quién habría podido persuadirse jamás que el Hijo de Dios llegara a tal exceso de amor para con el hombre caído, ni de que nuestro corazón, desfigurado por la culpa, lleno de imperfecciones, despreciable en sus afectos y desarreglado en sus deseos, había de celebrar una unión tan estrecha con su Dios? Y sin embargo, es así. "Habéis herido mi Corazón, hermana mía, Esposa mía, dice el alma fiel. Vulnerasti cor meum, soror mea, sponsa" (Can. 4).
Vuestro Párroco-Pedro José Pérez Rodríguez


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