Visita de nuestro Obispo
A todos los cristianos de las parroquias de
§
San Pedro Apóstol
§
Santo Domingo de
Guzmán
En el Municipio de Güímar
Queridos hermanos:
En los
próximos días, del 28 de febrero al 3 de marzo, tengo el propósito de realizar la Visita Pastoral a las
parroquias de S. Pedro Apóstol y Sto. Domingo de Guzmán. Con esta breve carta,
además de anunciarles la visita y su sentido, quiero invitarles a participar en
los actos y encuentros que se organicen.
Es una
antigua costumbre de la Iglesia que cada cierto tiempo el Obispo, como sucesor
de los Apóstoles, visite las Comunidades Cristianas con la finalidad de conocer
y compartir sus alegrías y tristezas, sus logros y dificultades.
Mi Visita Pastoral
a las parroquias está marcada por esta tradición y, especialmente, por el deseo
de conocerlos más de cerca y compartir juntos la misma fe en Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Con mi presencia y mis palabras quisiera alentarles a
perseverar firmes en la fe de la Iglesia, fortalecerles en la esperanza
cristiana y animarles a crecer en el amor a Dios y al prójimo. Las normas de la
Iglesia sobre el ministerio del Obispo dicen al respecto:
“La visita pastoral es una de las formas,
confirmada por siglos de experiencia, con la que el Obispo mantiene contactos
personales con el clero y con los otros miembros del pueblo de Dios. Es una
oportunidad para reanimar las energías de los agentes evangelizadores,
felicitarlos, animarlos y consolarlos; es también la ocasión para invitar a todos
los fieles a la renovación de la propia vida cristiana y a una acción
apostólica más intensa. La visita le permite, además, examinar la eficiencia de
las estructuras y de los instrumentos destinados al servicio pastoral, dándose
cuenta de las circunstancias y dificultades del trabajo evangelizador, para
poder determinar mejor las prioridades y los medios de la pastoral orgánica.
La visita pastoral es, por lo tanto, una
acción apostólica que el Obispo debe cumplir animado por la caridad pastoral
que lo presenta concretamente como principio y fundamento visible de la unidad
en la Iglesia diocesana. Para las comunidades y las instituciones que la
reciben, la visita es un evento de gracia que refleja en cierta medida aquella
especial visita con la que el “supremo pastor” y guardián de nuestras almas,
Jesucristo, ha visitado y redimido a su pueblo”
En
efecto, es Dios quien toma la iniciativa de “visitarnos”, de venir a la tierra
y habitar entre nosotros. Esa visita la confía a su Hijo, que enviado por Dios
se hizo hombre y realizó la obra de la salvación del mundo. Él, a su vez,
confió a sus Apóstoles la misión de visitar a todas las gentes hasta el final
de los tiempos, no sólo para predicarles el Evangelio, sino también para realizar
la obra de salvación que proclamaban, mediante los sacramentos, especialmente
de la Eucaristía que es fuente y cumbre de la vida cristiana.
Dios
nuestro Padre ha querido que su Hijo Jesucristo hecho hombre como nosotros
formara la familia de los Hijos de Dios, es decir, la Iglesia, con hombres y
mujeres que, por la misma fe y el bautismo, forman un solo pueblo nuevo que
tiene como meta el Reino de Dios, el reino de la verdad y de la vida, el reino
de la santidad y de la gracia, el reino de la justicia, del amor y de la paz.
Un reino que se va realizando en la medida que creemos en Dios Padre y en su
enviado Jesucristo y, por la fe y el amor, somos verdaderos discípulos y
misioneros de Jesucristo.
Esta Iglesia, que es una
y única, está extendida por toda la tierra y se concentra en lo que llamamos
“la diócesis”, que es una “porción del todo el pueblo de Dios” que se confía a
un Obispo para que la apaciente con la cooperación de los sacerdotes. Y, «como no le es posible al obispo, siempre
y en todas partes, presidir personalmente en su Iglesia diocesana a toda la
grey, debe por necesidad erigir diversas comunidades de fieles. Entre ellas
sobresalen las parroquias, distribuidas localmente bajo un pastor que hace las
veces del obispo» (Concilio
Vaticano II. Constitución sobre la liturgia, n.° 42).
En la parroquia, el
sacerdote representa al Obispo con quien está confiada y animosamente unido y, bajo
su autoridad, santifica y rige la porción de la grey del Señor a él confiada,
hace visible en ese lugar a la Iglesia universal y presta eficaz ayuda a la
edificación del Cuerpo total de Cristo. En las comunidades cristianas, por más
que sean con frecuencia pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, Cristo está
presente, y con su poder les afianza en la unidad de la Iglesia, una, santa, católica
y apostólica.
Con la
Visita Pastoral del Obispo, se hace más palpable aún, y se acrecienta, esta
unión de todos los fieles en la única Iglesia de Cristo. Mediante la visita del
Obispo, ustedes y yo, podremos renovar nuestro encuentro con el Señor, que sigue
visitando a su pueblo para salvarlo de todo mal y conducirlo por los caminos
del amor y la paz, de la justicia y la santidad. En la diócesis, el Obispo es
Vicario de Cristo y su representante principal. Es “padre y pastor de los
fieles y como tal debe velar por ellos. La visita del Obispo es el “signo” y el
“instrumento” mediante el cual Jesucristo, el Buen Pastor, sigue cuidando y
guiando a su Iglesia.
Aunque ya
he estado varias veces en ambas parroquias, con motivo de la confirmación y
otras celebraciones, ahora, la Visita
Pastoral me ofrece una ocasión singular para acercarme con más
detenimiento a la realidad de las parroquias y, particularmente, a aquellas
personas que con el párroco atienden los diversos servicios de la comunidad
parroquial, pudiendo así, de primera mano, conocer lo que se está haciendo y
las dificultades que comportan los, siempre duros, trabajos del evangelio.
Asimismo, en las celebraciones y encuentros, podré ofrecer orientaciones para
la acción pastoral y animar la constante renovación de la propia fe y vida
cristiana, fortaleciendo con ello nuestra común voluntad de servir al Señor.
En la
“viña del Señor”, que somos nosotros, siempre podemos ser mejores, es decir:
estar más formados o ser más conscientes de lo que somos; sabernos hermanos y
estar más unidos, celebrar asiduamente la Santa Misa y guardar los mandamientos
del Señor. Y necesitamos, también, que se note que somos cristianos en
cualquier momento de la vida social: el trabajo y la diversión, en la familia y
el vecindario, la convivencia y la paz con todos, en la solidaridad con los
pobres...
Deseo, y
así se lo pido al Señor y a la Virgen María, que mi Visita a las parroquias de
S. Pedro y Sto. Domingo sea ocasión de vivir juntos la alegría de ser Hijos de
Dios y de agradecer al Señor el hecho de pertenecer a su Iglesia. Rezad por mí
y por los frutos esta Visita Pastoral.
Hasta que
nos veamos, reciban mi saludo y bendición.
† Bernardo Álvarez
Afonso
Obispo Nivariense
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