viernes, 22 de junio de 2012

Palabras del Párroco





Queridos feligreses:


Con la colaboración de la catequista Montserrat, vamos a ir recordando los mandamientos de la Ley de Dios, que son ante todo, ayuda para nuestro conocimiento y seguimiento de Jesucristo.

SÉPTIMO MANDAMIENTO. NO ROBARÁS

El séptimo mandamiento declara el derecho a la propiedad privada, el respeto a las personas, a sus bienes y a la integridad de la creación .Comprende también la recta gestión en la actividad económica y en la vida social y política; el derecho y el deber del trabajo humano; la justicia y la solidaridad entre las naciones y el amor a los pobres.

El séptimo mandamiento prohíbe ante todo el robo, que es la usurpación del bien ajeno contra la razonable voluntad de su dueño. Esto sucede también cuando se pagan salarios injustos, cuando se falsifican cheques y facturas. Prohíbe también la corrupción, el abuso privado de bienes sociales, los trabajos culpablemente mal realizados  y el despilfarro.

OCTAVO MANDAMIENTO. NO DARÁS FALSO TESTIMONIO NI MENTIRÁS

Toda persona está llamada a la sinceridad y a la veracidad en el hacer y en el hablar. Cada uno tiene el deber de buscar la verdad y adherirse a ella, ordenando la propia vida según las exigencias de la verdad. Jesucristo es la Verdad, quien le sigue vive en el Espíritu de la verdad y rechaza la doblez, la simulación y la hipocresía.
El octavo mandamiento nos prohíbe: el falso testimonio, el perjurio, la mentira, el juicio temerario, la difamación, la calumnia, el halago, la adulación o la complacencia, todo ello perjudica o destruye la buena reputación y el honor, a los que tiene derecho toda persona.

NOVENO MANDAMIENTO. NO CONSENTIRÁS PENSAMIENTOS NI DESEOS
El noveno mandamiento exige vencer la concupiscencia carnal en los pensamientos y en los deseos. La lucha contra esta concupiscencia supone la purificación del corazón y la práctica de la virtud de la templanza. Nos prohíbe consentir pensamientos y deseos relativos a acciones prohibidas  por el sexto mandamiento.

DÉCIMO MANDAMIENTO. NO CODICIARÁS LOS BIENES AGENOS

Este mandamiento exige una actitud interior de respeto en relación con la propiedad ajena, y prohíbe la avaricia, el deseo desordenado de los bienes de otros y la envidia, que consiste en la tristeza experimentada en los bienes del prójimo y en el deseo desordenado de apropiarse de los mismos.

Vuestro Párroco
Pedro José Pérez Rodríguez




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